miércoles, 18 de abril de 2012

MITOLOGIA Y LEYENDAS


MITOLOGIA Y LEYENDAS



ACOSTA CHAPARRO NATALIA ASTRID
GUZMAN MONTILLA DEBBIE DEL PILAR
IBARRA PEÑA JENNIFER TATIANA
LIEVANO ZAMORA DEISSY JOHANA
MORALES BETANCOURT YURY MARCELA
MORENO ROMERO YUDY ANDREA


JULIETA COVALEDA CASTAÑO
TUTORA



UNIVERSIDAD DEL TOLIMA, CREAD ICONONZO
III SEMESTRE DE HOMOLOGACION
LICENCIATURA EN BASICA CON ENFASIS
EN LENGUA CASTELLANA
ICONONOZO TOLIMA
2012


MITOLOGIA GRIEGA

La mitología griega está formada por un conjunto de leyendas que provienen de la religión de esta antigua civilización del Mediterráneo oriental. Los griegos, aunque no practicasen la religión, conocían estas historias, las cuales formaban parte de su acervo cultural.
Los dioses del panteón griego adoptaban figuras humanas y personificaban las fuerzas del Universo; al igual que los hombres, los dioses helenos eran impredecibles, por eso unas veces tenían un estricto sentido de la justicia y otras eran crueles y vengativos; su favor se alcanzaba por medio de los sacrificios y de piedad, pero estos procedimientos no eran siempre efectivos puesto que los dioses eran muy volubles.
La mitología griega es absolutamente compleja, llena de dioses, monstruos, guerras y dioses entrometidos. Algunos estudiosos afirman que llegó a haber hasta 30.000 divinidades en total.
Esta mitología comparte una estrecha similitud con la mitología romana, en cuanto a los nombres de varios dioses y personajes de importancia. También se relacionan en cuanto a la parte mitológica de la religión; creencias, tradiciones y todo lo ligado o referente a Mitología.


ORÍGENES
La mitología griega, en su periodo más importante, se desarrolló en el siglo VIII a. C. Tiene varios rasgos distintivos, como por ejemplo, los dioses se parecen exteriormente a los seres humanos y revelan, al igual que ellos, sentimientos. Los griegos creían que los dioses habían elegido el monte Olimpo, en una región de Grecia llamada Tesalia, como su residencia. En el Olimpo, los dioses formaban una sociedad organizada en términos de autoridad y poderes, se movían con total libertad y formaban tres grupos que controlaban sendos poderes: el cielo o firmamento, el mar y la tierra. Fueron tres las colecciones clásicas de mitos: La Teogonía de Hesíodo y la Iliada y la Odisea de Homero. Este material se basa en la Teogonía de Hesíodo. La teogonía es una especie de sistematización de las confusas tradiciones anteriores, en ella el mito es el tema dominante. Pero, ¿qué es el mito? Mucho se ha escrito tratando de dar una exacta definición; lo único cierto es que el mito es una forma especial de pensamiento que permite al hombre interactuar con su espacio natural y de esta manera también reconocerse como parte de una comunidad específica. Es un grave error considerar que el mito es un modo de pensamiento reservado a las sociedades "primitivas". El mito es y ha sido siempre la defensa espontánea del espíritu humano ante un mundo ininteligible y hostil. La anterior reflexión nos llevaría a afirmar que en el mito se encuentra el origen de las religiones, sin embargo debe considerarse que los "espíritus" de los bosques, de la luz, de las aguas, no son divinidades, sino solamente presencias capaces de actuar en dominios sobre los que el hombre no tiene ningún poder. El mito griego está en estrecha relación con la religión, pero no llega a confundirse con ella. A pesar de toda la confusión que preside la conformación de la mitología griega, esa inmersa materia llegó a clasificarse y a ordenarse.
Según Hesíodo, al comienzo no hay nada más que espacio, nada orgánico, nada que pueda ser descrito. Luego, después de ese vacío, se dibuja la primera de las realidades, que limita y comienza a darle un sentido: la Tierra, Gea (Tellus) la base segura de todo lo que en el mundo ya se encontraba dividido, pues bajo la Tierra seguía existiendo un espacio vacío donde todo era Caos (Chaos). Ese Caos engendra el Erebo, el vasto espacio subyacente, en que más tarde tendrán su lugar los infiernos. En el vacío ubicado por encima de la Tierra, instala esta a su primogénito, Urano (el Cielo), que emana de ella. Al mismo tiempo que se da esta división orgánica del universo, tiene lugar el nacimiento de Eros (Cupido), el Amor, que es aquí el principio abstracto del Deseo, y no todavía el pequeño dios maligno, perverso y alado. En los orígenes mismos de la creación del universo, era imprescindible crear el Amor, este es el motor universal; es quien provoca las uniones del principio cósmico, los engendramientos que ni la imaginación concibe. Erebo, hijo de Caos, tuvo un hermano llamado Noche. Sin embargo Gea, después de haber engendrado a Urano, dio a luz a las Montañas y las Ninfas (Driada o Nereida), que en ese momento son genios de las Montañas. A Gea también corresponde la maternidad de Pontos (el Mar, principio masculino, la Ola poderosa). La diosa Noche engendra dos hijos: Éter y Día. El primero es la clara y pura luz que se adivina en las más altas regiones de la atmósfera; la luz de los dioses. Por su parte el Día, ilumina a los mortales, y alterna con su madre la Noche.


GENERACIÓN DE LOS TITANES
Urano y Gea adquieren preeminencia, de ellos nacen doce hijos, los Titanes y las Titánidas. Los Titanes son seis: Océano, el mayor, luego Ceo, Críos, Hiperión, Iapeto y, finalmente, Cronos (Saturno). Seis hermanas, las Titánidas: Tía, Rea (Cíbiles), Temis, Mnemosine, Febe y Tetis. Algunos de estos nombres responden a funciones particulares dentro del mundo, así, Temis, por ejemplo es la Justicia, Mnemosine es la memoria, quien garantiza la duración del mundo, no gracias al tiempo sino a la alternancia entre el día y la noche. Tetis es una divinidad marina; parece personificar la fecundidad femenina del Mar. Se casó con Océano, y le dio más de tres mil hijos (los ríos del mundo), su morada está situada lejos en el Oeste, en el país del Atardecer, todo rojo, que el Sol visita a diario al bajar del cielo. Hiperión (el que viaja a lo alto) casado con su hermana Tía, engendra a Helios y Selene (el Sol y la Luna). La mayor parte de los Titanes no existe más que en su descendencia: Ceo, unido a su hermana Febe (la Brillante), engendra a Leto, que más tarde será la madre de Artemisa y de Febo. Críos, con Euribia, una de las hijas de Gea y del Pontos, engendró a Astreo que fue uno de los esposos de la Aurora (Eos), al gigante Palas, y finalmente Perses, que fue el padre de la diosa Hécate -la señora de la noche-, diosa de la Abundancia, de la Elocuencia, pero también temible maga, hábil para metamorfosearse en perra, en loba, en asna, y cuya estatua de tres cabezas se erguía frecuentemente en las encrucijadas. Iapeto se casó con Climena, hija de Océano y de Tetis, que le dio cuatro hijos: Atlante (Atlas), el gigante que más tarde fue condenado a llevar sobre sus hombros la bóveda del cielo, Menoetio, quien también participó en la rebelión contra Zeus, y que por esa razón fue fulminado y sumergido en el Tártaro. El Titán cuya descendencia reviste mayor importancia es Cronos. A partir de él se desarrollan los destinos que llevan al poder a la generación divina de los Olímpicos. Los Cíclopes eran también hijos de Urano y Gea, tres genios de la tempestad: Arges (el fulgor del relámpago), Asteropes (las nubes de la tempestad) y Brontes (el estruendo del trueno), luego los Hecatonquiros (los Ciembrazos), tres gigantes: Coto, Briareo y Gies. Urano detestaba haber sido padre tan prolífico y por ello prohibía a sus hijos el ver la luz; les obligaba a permanecer encerrados en las profundidades de la Tierra. Ya que Urano imponía una continua fecundidad a su compañera, ésta planeó junto con sus hijos mayores, la venganza. Ninguno de ellos aceptó, excepto el más joven de ellos, Cronos, quien odiaba a su padre –no se sabe bien por qué-. Entonces Gea le confió una serpiente de acero muy dura y aguzada, y cuando una noche Urano se acercó a ella para fecundarla una vez más, Cronos que se encontraba expectante, le cortó con la serpiente los testículos a su padre y los lanzó al espacio. La sangre del dios herido cayó en forma de lluvia sobre la tierra y el mar, donde engendró aun otras divinidades. De esta sangre que cayó en la tierra salieron las Erinias –Eumenides-: Alecto, Tisífone y Megera, las tres Furias, genios crueles que viven en las profundidades del Infierno, donde torturan a los criminales, los Gigantes y una nueva generación de Ninfas, las Melíadas, o Ninfas de los fresnos. Titán Atlas De la sangre mezclada con semen, que cayó sobre el mar, nació la diosa Afrodita (Espuma). Amor y el hermoso Deseo, la cortejaron en cuanto nació.




LAS PRINCIPALES DIVINIDADES
Luego de cumplir su venganza, Cronos se quedó solo para reinar en el mundo que apenas se formaba. Alrededor de él se formaron nuevas generaciones. Noche engendró a la Suerte, Kere (el Destino) y Thánatos (el Fallecimiento); también engendró el Sueño y toda la raza de los Ensueños, así como a Momo, el dios del sarcasmo, y al Dolor, y a Némesis, que es la venganza de los dioses, y castiga en los hombres todo acto. Por su propia fecundidad, Noche engendró a las Hespérides, que son las Ninfas del Ocaso. Hay tres: Aegle, Eritia y Hesperaretusa: Habitan en el Extremo Occidente, en las orillas del Océano, no lejos de las islas Afortunadas, donde residen las Almas Felices. Diversos demonios crueles también son hijos de la Noche, Apaté (Engaño), Filotes (Ternura), Geras (Vejez), Eris (Discordia), que a su vez engendró otras calamidades: Olvido, Hambre, Los Dolores, los Combates, los Crímenes, las Querellas, los Discursos embusteros, Anarquía, Desastre, y Juramento (Horco). De esta manera el mundo se preparaba para recibir a los Hombres disponiéndoles mil causas de sufrimientos.





LOS DEMONIOS DEL MAR
Pontos (la Ola) tuvo como primogénito a Nereo, a quien se llama el Viejo del Mar, porque es leal y benigno a la vez, sin olvidar jamás la equidad. También Pontos engendró con Gea, a Taumas, que más tarde fue el padre de la diosa Iris, encarnación del arco iris y mensajera de los inmortales; luego a Forcis. Por su parte Nereo se unió con Doris, una de las hijas de Océano, que le dio las Nereidas, cuyo número varía según las tradiciones: más frecuentemente, se cuentan cincuenta, pero a veces son el doble. Entre las Nereidas sólo algunas han recibido una leyenda en particular: Tetis, la madre de Aquiles, y Anfitrite, la esposa del Olímpico Poseidón, dios del mar, y la siciliana Galatea. Las Nereidas jóvenes y bellas, pasan su tiempo eterno, hilando y cantando en el palacio de oro de su padre. Taumas hijo de Pontos, ha engendrado a la Arpías, Aelo y Ocipete (la borrasca y la vueladeprisa) a las que a veces se añade una tercera hermana, Cileno (la Oscura). Estas Arpías son genios malhechores, cuando caen sobre el mar, con toda la velocidad de sus alas, nada les aguanta: Lo arrancan todo a su paso. Se las representa semejantes a pájaros de presa, con garras agudas, y se asegura que viven en las islas Estrofadas, en el centro del mar Jónico. Las tres viejas del mar son: Las Greas (Enio, Pefredon y Dino: Viven en el Extremo Oriente, en un país cubierto de brumas, donde nunca sale el sol. Sólo tenían un ojo y un diente las tres, sirviéndose de ellos por turno). Las tres Greas eran hermanas de otros tres monstruos, las Gorgonas, llamadas Esteno, Euríala y Medusa. Medusa era la única mortal entre las tres. Las gorgonas eran horribles, estaban armadas con grandes defensas semejantes a las de los jabalíes: Sus ojos chispeaban y su mirada era capaz de convertir en piedra a quien tuviera la osadía de mirarlas fijamente. Su cabellera era hecha de serpientes, y alas de oro les permitían volar, vivían en los confines del mundo. Perseo da muerte a Medusa quien había sido fecundada por Poseidón. De su cuerpo al morir, surgen dos seres: Pegaso, el caballo alado, y Crisaor, el héroe de la espada de oro, que a su vez, engendró al gigante Gerión el de los tres cuerpos, víctima de Heracles y también a Equidna (la Víbora), un monstruo aterrador que se unió a Tifón y le dio hijos: El monstruo perro Ortros, compañero de Gerión, Cerbero, el perro que guardaba los Infiernos, la Hidra de Lerna, que había de ser muerta por Heracles, y la Quimera, a la que más tarde combatiría Belerofonte.





PRIMERA GENERACIÓN
En unión con su hermano la Titánida Rea, Cronos tuvo tres hijas: Hestia, Deméter y Hera, y tres hijos: Hades, Poseidón y, finalmente, Zeus, el último. Una maldición pesada sobre Cronos, luego de destronar a su padre, había rehusado dar satisfacción a Gea. Por no haber liberado a sus hermanos, condenados a no ver la luz. Gea le prometió que también él sufriría la suerte que había infligido a su padre, y que sería destronado por sus hijos. Para prevenirse contra esa amenaza. Cronos devoraba los hijos que le daba Rea. Los primeros cinco, se los comió. Pero cuando estuvo a punto de nacer el pequeño Zeus, Rea decidió salvar a ese niño. Con la complicidad de Gea, encontró un asilo en una caverna de Creta, donde dio a luz. Luego tomó una piedra y la envolvió en pañales, llevándosela a Cronos y diciéndole que era su hijo. Sin enterarse de la verdad, Cronos, tomó la piedra y se la comió. Zeus se había salvado al mismo tiempo que Cronos estaba condenado. Zeus creció en el antro de Creta, confiado a la custodia de una nodriza, la ninfa Almatea, y de jóvenes guerreros armados de lanza y escudo, los Curetas. Los Curetas (los jóvenes) danzaban sin descando una danza guerrera en torno a la gruta donde reposaba el niño: hacían el mayor ruido posible, entrechocando las armas y lanzando gritos de guerra. Todo ello con el fin de cubrir el llanto de Zeus, impidiendo que Cronos lo descubriera y se apresurase a devorarlo. Protegido, Zeus creció y adquirió toda su fuerza divina. Llegó el momento en que había de cumplirse la promesa de Gea. Zeus tenía entonces por compañera a una hija de Océano, Metis (Perfidia), que le dio una droga gracias a la cual Zeus pudo hacer vomitar a su padre los hijos que había devorado anteriormente. Todos volvieron a ver la luz. Con estos aliados, Zeus atacó a Cronos y a los Titanes, que fueron en auxilio de éste. La lucha duró diez años. Finalmente un oráculo de Gea prometió a Zeus la victoria si tomaba a los seres monstruosos precipitados antaño en el Tártaro por Cronos. Obedeciendo, y realizando así el voto de Gea, a la que Cronos había engañado, Zeus liberó a los monstruos, que se convirtieron en sus guardianes. Aquellos monstruos dieron a los jóvenes dioses poderosas armas que figurarían entre sus atributos futuros. Así es como los tres Cíclopes, forjaron para Zeus el trueno y el rayo, lo mismo que el relámpago: y Zeus será, eternamente, el dios del cielo tempestuoso. También dieron a Hades un casco que volvía invisible a quien lo llevara, por ello fue el dios del reino invisible, y reinaba sobre las almas de los difuntos. Poseidón recibió un tridente mágico, cuyo golpe es capaz de trastornar la tierra y el mar. Los Olímpicos se distribuyeron en el universo. Zeus obtuvo preeminencia, y reinó sobre el cielo, Hades se contentó con la parte del mundo situada debajo de la tierra, es decir, el mundo infernal. Poseidón fue el señor del mar.

SEGUNDA GENERACIÓN
Zeus tomó una esposa divina, Hesíodo le atribuye a Metis como primera compañera, Gea y Urano, depositarios de los secretos divinos, revelaron a Zeus un oráculo del Destino: De los hijos que nacieran de Metis y de él, el primero sería muy sabio y valiente, pero el segundo sería un hijo de ánimo violento llamado para destronar a su padre. Previniendo el peligro, Zeus se comió a Metis cuando ésta esperaba a su primer hijo. Zeus convocó al dios forjador, Hefestos, y le ordenó que le hendiera la cabeza de un hachazo. Y así es como, de la cabeza de Zeus, surgió una muchacha enteramente armada: era la diosa Atenea, toda sabiduría y valentía. Temis, la Titánida, fue la segunda esposa de Zeus, era ella la encarnación de la ley o la Equidad. De esa unión nacieron las divinidades que llaman las Horas, y que son las estaciones, Eran tres, Hesíodo, las llama: Eunomía, Diké e Irene, es decir, Disciplina, Justicia y Paz, pero los atenienses las conocían bajo los nombres de Thalo, Auxo y Carpo, que evocan los tres principales momentos de la vegetación: el nacimiento de la planta, su crecimiento y su fructificación. Zeus tuvo otras tres hijas con Temis, Moiras (las Parcas): Cloto, Laquesis y Átropos, que rigen el destino de todo ser humano. Aquel destino estaba simbolizado por un hilo, que la primera de las Parcas sacaba de su rueca, que la segunda enrollaba y que la tercera cortaba cuando llegaba al término de la vida que representaba. La tercera esposa de Zeus fue la Oceánida Eurinome, que le dio también tres hijas, Kharites (las gracias), Aglae, Eufrosine y Talía. Como las Horas, las Gracias son genios de la vegetación: Son ellas quienes transmiten la alegría en la Naturaleza y en el corazón de los hombres. Viven en el Olimpo en compañía de las Musas, presiden toda labor femenina. Deméter que era su hermana, dio a Zeus una hija, Perséfone. Luego se unió a la Titánida Mnemosine, y tuvo de ella nueve hijas, las Musas, "que se complacen en las fiestas y en la alegría del canto". Las Musas también patrocinan todas las actividades intelectuales, hasta las más altas, todo lo que libera al hombre de la materia y le da acceso a las verdades eternas. Elocuencia, persuasión, sabiduría, conocimiento del pasado y de las leyes del mundo, matemáticas, astronomía, poesía, música y la danza son su dominio. Las Musas eran: Calíope, Clío, Polimnia, Euterpe, Terpsícore, Erato, Melpómene, Talía y Urania.




MUSAS Y SU ESPECIALIZACIÓN
Calíope La poesía épica. Clío La historia. Polimnia la pantomima. Euterpe La flauta. Talía la comedia. Erato la lírica coral. Tepsícore la poesía ligera y la danza. Melpómene la tragedia. Uranía la astronomía. Después de Mnemosine, Zeus se unió con Leto, la hija del Titán Ceo y de la Titánida Febe. De ella tuvo dos hijos, Artemisa y Febo. Maia, hija del Titan Atlas, concibió al dios Hermes por obra de Zeus. Hera fue la última de las esposas divinas de Zeus, que le dio un hijo. Ares, el dios de la Guerra, y dos hijas: Hebe, personificación de la juventud (esposa de Heracles), e Ilitia, el genio femenino que protege los partos. Zeus amó también mortales, sobre todo a Alemena, que le dio a Hércules, y Semele, de la que tuvo a Dionisio, el dios del Vino. Hera, furiosa de verse así abandonada, hizo nacer por sí misma, sin la intervención de Zeus, a un hijo divino, Hefestos, que preside el trabajo de los herreros y de las artes del fuego. Se completa de esta manera, el grupo de las grandes divinidades. En la época clásica se considera que existen doce "Olímpicos": Zeus, Poseidón, Hefestos, Hermes, Ares, Febo, Hera, Atenea, Artemisa, Hestia, Afrodita y Deméter.




RÓMULO Y REMO
Luperca amamantando a los gemelos Rómulo y Remo, la leyenda más difundida acerca de la fundación de Roma.
Según la tradición romana, los hermanos gemelos Rómulo (771 a. C. - 717 a. C.)1 – y Remo (771 a. C. - 753 a. C.) fueron los encargados de fundarRoma. Finalmente sería sólo Rómulo quien la fundaría, constituyéndose en su primer rey. La historiografía actual considera falsa esta tradición, fijando el origen de la ciudad a finales del siglo VII a. C.2
El mito
Después de la guerra de Troya, Eneas, un príncipe troyano que sobrevivió a la destrucción de su ciudad, se refugió con su familia en la llanura del Lacio. Algunos años después su hijo, Ascanio, fundó la ciudad de Alba Longa.
Cuatro siglos más tarde, unos de los reyes de Alba Longa, Numitor, fue destronado por su hermano menor Amulio. Para garantizar su seguridad, el usurpador mató a todos los hijos varones de su hermano y obligó a su sobrina, Rea Silvia, a hacerse sacerdotisa. Pero el dios Marte la hizo madre de los gemelos Rómulo y Remo. Amulio, enfurecido, ordenó que los niños fueran arrojados a las aguas del río Tiber. Pero la canasta en la que habían sido depositados quedó varada en la orilla y una loba encontró a los hermanos y los amamantó. Más tarde fueron recogidos por el matrimonio de pastores Fáustulo y Aca Larentia. Se dice que fueron educados en Gabio -centro cultural del Lacio- y que más tarde fueron bandoleros.
Regreso y fundación de Roma
Los gemelos fueron criados por un pastor que los encontró con la loba y descubrieron su origen. Buscando venganza, volvieron a su ciudad natal para matar a su tío abuelo y reponer en el trono a su abuelo Numitor. Éste, en agradecimiento, les entregó territorios al noroeste del Lacio. Con 18 años (753 a.C.) decidieron fundar una ciudad justo donde la loba los encontró. Discutiendo sobre el nombre de la ciudad decidieron que lo elegiría aquel que avistase más pájaros, prueba que superó Rómulo y otorgó a la ciudad el nombre de Roma (muy similar a su nombre y en parte basado en la heroína Roma). Remo decía que era un augurio las seis aves que señalaban el monte Aventino, mientras que Rómulo entendió como otro augurio las doce aves que señalaron el monte Palatino. Este último, tras una discusión, decidió marcar los límites de la futura ciudad -Pomerium-, la Roma quadrata del monte Palatino- y amenazó con matar a todo aquel que los cruzase. Remo, ebrio, decidió retar a su hermano y los cruzó, argumentando que nunca llegaría a ser rey. Rómulo no lo dudó y acabó con su vida. Arrepentido, decidió enterrar a su hermano en la cima del Palatino y emprendió una nueva etapa como único rey de Roma.
Creó el Senado -compuesto por 100 personas conocidas como patres, cuyos descendientes fueron los patricios- y dividió la ciudad en 30 curias o congregaciones. Los primeros habitantes, por otro lado, fueron los asylum: refugiados, libertos, esclavos, prófugos.
El rapto de las sabinas en la historia
El rapto de las sabinas
Jacques-Louis David.
Los primeros habitantes de Roma eran todos hombres. Por ello, Rómulo organizó unas pruebas deportivas a las que invitó a la población vecina de Sabina. Aprovechó esta ocasión para raptar a las mujeres -hecho conocido como el rapto de las sabinas- y los hombres de esta ciudad decidieron rescatarlas, provocando a las sabinas un dilema: si morían los sabinos, morían sus padres y hermanos, pero si morían los romanos, morían sus maridos e hijos. Finalmente, Rómulo pactó con el rey sabino Tito Tacio una diarquía hasta la muerte de este último. Rómulo quedó como único rey y realizó diferentes y victoriosas empresas bélicas.
Fallecimiento
Rómulo murió en 717 a.C. en medio de una tormenta provocada por su padre, el dios Marte. Tras este hecho se produjo un año de interregnum y fue su concuñado Numa Pompilio quien le sucedió como rey de Roma.
En la cronología actual se fijó el 21 de abril de 753 a. C., siendo este el año 0 en el calendario romano. Se aludía como el Nacimiento de Roma. Por ejemplo, 200 aUC: Anno 200 ab Urbe Condita, o lo que es lo mismo, "En el año 200 desde la Fundación de la Urbe de Roma". Por otro lado, recientemente -noviembre de 2007- se produjo el hallazgo de la cueva que en la antigüedad era reverenciada como el lugar donde se creía que habían sido amamantados los gemelos.
Según la historiografía moderna
Los elementos de la leyenda sobre los orígenes de Roma son complejos según indica Heurgon: Un culto totémico del lobo propio de las civilizaciones pastoriles; presencia de temas mitológicos grecoetruscos (cierva de Télefo, loba de Bolonia); dualidad étnica (romanos-sabinos) o política (patricios-¬plebeyos) a través de dos etimologías (una griega Rhomos y otra latina Romulus) para el epónimo fundador de la ciudad, ambientado todo ello en una escenografía local: Gruta del Palatino (Lupercal), higuera sagrada (Ruminal).







LA HISTORIA DE NARCISO
El mito de Narciso tiene varias versiones, pero se trata siempre de un hermoso joven que se enamora de sí mismo, o producto de una maldición, o por la imposibilidad de amar a otra persona.
 En la versión contada por Ovidio, Narciso es pretendido por varios muchachos y mujeres. Una de ellas es la ninfa Eco que, castigada por la diosa Hera, estaba condenada a hablar repitiendo las últimas palabras que oía, por lo que le costaba expresar lo que sentía.
 Pero un día se oculta en un bosque y cuando Narciso pasa por el lugar, la ninfa hace ruidos, y a la pregunta del joven “¿Hay alguien aquí?”, ella responde “aquí, aquí…”. Luego se aparece ante él con los brazos abiertos en clara señal de amor, pero Narciso la rechaza y se aleja.
 Dolida, la ninfa Eco se recluye en una cueva hasta que desaparece, pero queda su voz, que continúa repitiendo para siempre las últimas palabras que escucha.
 La diosa de la venganza, Némesis, condena la actitud de Narciso haciendo que este se enamore de su propia imagen reflejada en un estanque. Así fue que el joven contempla su reflejo y no puede separarse de sí mismo, hasta que muere ahogado, atraído y ciego por su propia imagen reflejada en el agua.
 En otra versión, Narciso es amado por un joven llamado Aminias, quien pretende su amor y lo busca con frecuencia. Narciso, cansado y, según dicen, incapaz de amar a alguien, le envía al joven una espada con la intención que se de muerte a sí mismo, como prueba de amor. Aminias obedece a Narciso, pero lanza una maldición sobre su amado al que condena a amar a su propio reflejo.
 Ahí la historia se repite. Narciso se queda pasmado ante su propia imagen reflejada en el estanque de agua hasta que muere ahogado. Aunque algunos postulan que muere de sed, incapaz de alejarse de su propia imagen e incapaz también de profanar la quietud del agua, por miedo a que la visión desaparezca.
 Una tercera versión, un poco menos difundida, sugiere que Narciso estaba enamorado de su hermana gemela, con la que solía salir de caza. Pero un día esta muere y Narciso encuentra consuelo en su propia imagen que le recuerda a su gemela fallecida.
 En todos los casos, en el lugar de la muerte de Narciso, nació una flor bellísima, el narciso.
La leyenda de Narciso dio origen a la expresión “narcisismo” que se refiere a aquellos hombres y mujeres que están más pendientes de sí mismos que de los demás. Tiene relación con la falta de altruismo y del egoísmo reinante, algo que se parece más a una enfermedad mundial, que a un simple comportamiento.
 Tal vez deban recordar esas personas el inevitable final de Narciso.
“De vez en cuando, sabéis que me gusta hablar de arte antiguo, o de literatura. Supongo que será mi formación humanística lo que me lleva a martillearos con este tipo de cosas muy de vez en cuando.
También de vez en cuando, me gusta leer o releer algunos de los grandes clásicos. Y en este verano, he releído Las Metamorfosis, una obra de Ovidio, uno de los grandes autores de la antigua Roma.
Las Metamorfosis es unas obra en la que Ovidio narra la historia de los dioses que poblaban el mundo en aquellos lejanos tiempos. Así que si te gusta la mitología y no temes morir de un empacho de tanto dios, diosa, semidioses, héroes ninfas y demás seres mitológicos, este libro te gustara.
El caso es que entre todas las historias de este libro está la historia del bello Narciso.
La historia de Narciso comienza cuando la bella Liriope fue aprisionada y violada repetidamente por el enamoradizo río Cefiso, algo que era por lo visto muy común entre los dioses griegos y romanos. Me gusta una hembra, o un efebo, y me lo tiro. Si quiere, fantástico, si no, o la violo, o me transformo en toro, yo que todo lo puedo, y la poseo.
El caso es que de esta violación, Liriope quedó embarazada y parió un hijo super mega guapo. Era tan sumamente bello, que desde el mismo momento en que nació, las ninfas quedaron enamoradas de este niño al que su madre llamó Narciso.
Su madre acudió a Tiresias para que le adivinara el futuro a su hijo, y la respuesta del adivino fue que el niño viviría muchos años mientras él no se viera a sí mismo”.
Mientras tanto, Narciso continuó creciendo con la gracia de un efebo, perseguido por hombres y mujeres que buscaban llevárselo al catre. Bueno, al catre, al bosque, al huerto, o a lo que pillara más cerca.
Pero el joven y guapo Narciso rechazaba a hombres y mujeres con una decisión sorprendente.
Así transcurría su vida hasta que Narciso se tropezó con Eco, una ninfa que había sido castigada por la diosa Juno a que sólo pronunciase las últimas palabras de todo aquello que quisiese decir.
La ninfa quedó prendada de la belleza de Narciso, aunque el joven la rechazó, tal y como ya había hecho con todos los hombres y mujeres que lo habían pretendido. Él era demasiado bello para caer en brazos de nadie.
Pero Eco no se tomó demasiado bien el rechazo de Narciso. De hecho, dolida y menospreciada, corrió a esconderse en los bosques mientras deseaba con toda su alma que Narciso se enamorara y sufriera como estaba sufriendo ella.
Y Eco tuvo suerte, ya que Némesis, la diosa de la venganza, escuchó su desconsolado ruego.
Narciso, caminando, llegó a un verde valle en el que en medio del bosque había una fuente de un agua clara y cristalina como nunca había visto.
Cansado, se detuvo en aquel bello lugar, y se tumbó sobre la verde hierba a orillas de la fuente para beber, momento en el que Cupido le clavó por la espalda una flecha. ¿Que iba a clavarle si no?
Entonces, Narciso vió su imagen reflejada en el agua, y creyendo que su reflejo era otro ser, se enamoró perdidamente de él, haciéndose así realidad los deseos de la ninfa.
Gracias a Cupido, el objeto de su amor era él mismo. Narciso se amaba, y además, deseaba poseerse. La lujuria y el deseo se apoderaron de su cuerpo, entrando en un estado de locura y de desesperación ante la imposibilidad de amarse a sí mismo.
Finalmente, ocurrió algo que sólo podía pasar en esos tiempos en los que los dioses gobernaban la tierra a su antojo. Narciso comenzó a transformarse poco a poco en una flor, mientras el ardor y la pasión lo consumían poco a poco.
En unos pocos minutos, el joven Narciso se había convertido en una bella flor a orillas de la fuente.
La ninfa Eco, una vez que su deseo se había visto cumplido, cayó rota de amor sobre la hierba al ver el triste final de Narciso. Y aunque el cuerpo de Narciso no se pudo encontrar, todavía hoy, en el mundo de la tecnología punta y de la globalización, Eco responde a las últimas sílabas pronunciadas por los seres humanos.
Bueno, un ejemplo sin más de como el amor entre los hombres está presente en la historia universal, y en particular, en el arte y en la literatura. Y además, de una forma aséptica y sin juicios.
Otro día, más.”



LEYENDAS ABORIGENES DE DIFERENTES CULTURAS



LEYENDA AZTECA

*    


  La Leyenda de Huitzilopochtli
Cuenta la leyenda que Huitzilopochtli nació revestido con ropaje de guerra.: un escudo, sus dardos y su lanzadardos de color azul.
Sobre su cabeza llevaba un plumaje con orejeras. En su pié izquierdo tenía una sandalia adornada también con plumas. Sus muslos y sus brazos estaban pintados de color azul.
Este raro acontecimiento ocurrió, debido a que la madre de Huitzilopochtli, La diosa Coatlicue, que había tenido ya una hija llamada Coyolxauhqui y a otros cuatrocientos hijos que se convirtieron en estrellas, llamados surianos, volvió a quedar embarazada cuando la tocó una bola de plumas que cayó desde el cielo.
Coyolxauhqui y sus cuatrocientos hermanos consideraron este hecho como un agravio y decidieron entre todos matar a su propia madre.
Cuando la diosa Coatlicue se enteró de los macabros planes de sus hijos se sintió muy triste y vivía presa del miedo, esperando su muerte a cada instante, pero Huitzilopochtli, la tranquilizó hablándole desde su vientre y ella se calmó.
Los surianos se prepararon para matar a su madre como si fueran a una guerra, pero uno de ellos, llamado Quauitlicac, sintió pena por su querida madre y le contó al bebé por nacer, Huitzilopochtli, la traición que estaban preparando sus hermanos.
Cuando tenían todo preparado para aniquilar a su madre, nació Huitzipochtli, revestido para guerrear. Ahí mismo, hirió gravemente a su hermana Coatlicue, luego le cortó la cabeza y la arrojó hasta el cielo, transformándose en la luna. más tarde persiguió a los surianos y a los que no lograron escapar, los mató y los convirtió en estrellas.
Huitzipochtli, les quitó las armas y las vestiduras y se las puso él encima, más tarde se convirtieron en sus distintivos.

*      
Leyenda azteca del águila y el nopal
Esta es la leyenda en que se inspiraron los antiguos aztecas para fundar la ciudad de México. El escudo de armas de la bandera nacional mexicana representa parte del mito en el centro de la misma.
Cuaucóhuatl y Axolohua fieron pasando y miraron mil maravillas allí entre las cañas y las juncias.
Ese había sido el mandato que les dio Huitzilopochtli a ellos que eran sus guardianes, eran sus padres los dichos.
Lo que les dijo fue así: - “En donde se tienda la tierra entre cañas y entre juncias, allí se pondrá en pie, y reinará Huitzilopochtli.”
Así por su propia boca les habló y esta orden les dio.
Y ellos al momento vieron: sauces blancos, allí enhiestos; cañas blancas, juncias blancas, y aun las ranas blancas, peces blancos, culebras blancas: es lo que anda por las aguas.
Y vieron después donde se parten las rocas sobrepuestas, una cueva: cuatro rocas la cerraban. Una al oriente se ve, nada de agua tiene, es sin agua que se agita.
La segunda roca de la cueva ve al norte: se ve que está sobrepuesta, y de ella sale el agua que se llama agua azul, agua verdosa.
Cuando esto vieron los viejos se pusieron a llorar.
Y decían: - ¿Con que aquí ha de ser?
Es que estaban viendo lo que les había dicho, lo que les había ordenado Huitzilopochtli.
Es que él les había dicho:
-“Habéis de ver maravillas muchas entre cañas y entre juncias.”
¡Ahora las estamos mirando – decían ellos –, y quedamos admirados!
¡Cuán verdadero fue el dicho, bien se realizó su orden!
Van a buscar a los mexicanos y les dicen:
- “Mexicanos, vamos, vamos a admirar lo que hemos contemplado. Digamos al
Sacerdote: él dirá qué debemos hacer.”
Fueron a Temazcatitlan y allí se detuvieron. Por la noche vinieron a ver, vieron a mostrarse unos a otros y era el sacerdote Cuauhtlaquezqui, que es el mismo Huitzilopochtli.
Dijo él: - Cuaucóhuatl, ¿habéis visto allí todo lo que hay entre cañas y juncias? ¡Aún resta ver otra cosa!
No la habeís visto todavía.
Id y ved un nopal salvaje: y allí tranquila veréis un águila que está enhiesta. Allí come, allí se peina las plumas, y con eso quedará contento vuestro corazón: ¡allí está el corazón de Copil que tú fuiste a arrojar allá donde el agua hace giros y más giros! Pero allí donde vino a caer, y habéis visto entre los peñascos, en aquella cueva entre cañas y juncias, ¡del corazón de Cópil ha brotado ese nopal salvaje! ¡Y allí estaremos y allí reinaremos: allí esperaremos y daremos encuentro a toda clase de gentes!
- Nuestro pechos, nuestra cabeza, nuestras flechas, nuestros escudos, allí les haremos ver: a todos los que nos rodean allí los conquistaremos! Aquí estará perdurable nuestra ciudad de Tenochtitlan! El sitio donde el águila grazna, en donde abre las alas; el sitio donde ella come y en donde vuelan los peces, donde las serpientes van haciendo ruedos y silban! ¡Ese será México Tenochtitlan, y muchas cosas han de suceder!”
- Dijo entonces Cuauhcóatl: - ¡Muy bien está mi señor sacerdote:
¡Lo concedió tu corazón: vamos a a hacer que lo oigan mis padres los ancianos todos juntos!
Y luego hizo reunir a los ancianos todos Cuauhcótal y les dio a conocer las palabras de Huitzilopochtli.
Las oyeron los mexicanos. Y de nuevo van allá entre cañas y entre juncias, a la orilla de la cueva.
Llegaron al sitio donde se levanta el nopal salvaje allí al borde de la cueva, y vieron tranquila parada el Águila en el nopal salvaje: allí come, allí devora y echa a la cueva los restos de lo que come.
Y cuando el Águila vio a los mexicanos, se inclinó profundamente.
Y el Águila veía desde lejos.
Su nido y su asiento era él de cuantas finas plumas hay: plumas de azulejos, plumas de aves rojas y plumas de quetzal.
Y vieron también allí cabezas de aves preciosas y patas de aves y huesos de aves finas tendidos en la tierra.
Les habló el dios y así les dijo:
- Ah, mexicanos: aquí sí será! ¡México es aquí! Y aunque no veían quién les hablaba, se pusieron a llorar y decían: - ¡Felices nosotros, dichosos al fin: hemos visto ya dónde ha de ser nuestra ciudad! ¡Vamos y vengamos a reposar aquí!
Texto de la Crónica Mexicayotl, que redactó Fernando de Alvarado Tezozómoc hacia 1600, fundado en documentos muy antiguos de la Casa Real de México, de que era deudo. Fue dada a luz con versión en 1945. Es el fondo de muchos mitos que repiten otros autores. El texto es muy antiguo.
Tomado de La Literatura de los Aztecas – Editorial Joaquín Mortiz
Ángel M. Garibay K.
Especialista en náhuatl y en letras clásicas
Premio Nacional de Literaura 1965


LEYENDA MUISCA



*      Leyenda o mito el dorado
Esta leyenda colombiana es una de las más conocidas por su vinculación con la conquista de América. Los conquistadores españoles buscaban un país legendario famoso por sus incalculables riquezas (El Dorado). El origen de esta creencia reside en la ceremonia de consagración de los nuevos Zipas.
En el hermoso país de los Muiscas, hace mucho tiempo, todo estaba listo para un acontecimiento: la coronación del nuevo Zipa, gobernador y cacique.
La laguna de Guatavita, escenario natural y sagrado del acontecimiento lucía su superficie tranquila y cristalina como una gigantesca esmeralda, engastada entre hermosos cerros. Las laderas, con tupidos helechos, mostraban botones dorados de chisacá, chusques trenzados como arcos triunfales, sietecueros y fragantes moras. El digital, como un hermoso racimo de campanitas, matizaba de morado el paisaje; el diente de león, cual frágil burbuja, arrojaba al viento sus diminutos paracaídas para perpetuar el milagro de su conservación y los abutilones de colores rojos y amarillos sumaban al concierto de belleza natural, el diminuto y tornasolado colibrí, su comensal permanente.
Gran agitación reinaba en Bacatá, vivienda del Zipa; la población entera asistiría al singular acontecimiento en alborozada procesión hasta la laguna sagrada portando relucientes joyas de oro, esmeraldas, primorosas vasijas y mantas artísticamente tejidas, para ofrendar a Chibchacum, su dios supremo, a la diosa de las aguas, Badini y a su nuevo soberano.
Las mujeres habían preparado con anticipación abundante comida a base de doradas mazorcas y del vino extraído del fermento del maíz con el que festejaban todos los acontecimientos principales de su vida. Todo sería transportado en vasijas de diferentes formas y tamaños, elaboradas con paciencia y esmero por los alfareros de Ráquira, Tinjacá, y Tocancipá y también en cestos de palma tejida.
Por fin, llegó el gran día. El joven heredero acompañado de su séquito, compuesto por sacerdotes, guerreros y nobleza, encabezaba la procesión. Sereno y majestuoso, su cuerpo de armoniosas proporciones se mostraba fuerte para la guerra; su piel color canela tenía una cierta palidez, resultado del riguroso ayuno que había realizado para purificar su cuerpo y su alma y así implorar a los dioses justicia, bondad y sabiduría para gobernar a su pueblo.
Marchaban al son acompasado de los tambores, de los fotutos y de los caracoles. Lentamente, se iban alejando de los cerros y del cercado de los Zipas, para aproximarse a la espléndida laguna de Guatavita. Allí, con alegres cantos, la muchedumbre se congregó para presenciar el magnífico espectáculo.
El sacerdote del lugar, ataviado con sobrio ropaje y multicolores plumas, impuso silencio a la población con un enérgico movimiento de sus brazos extendidos. De piel cobriza y carnes magras por los prolongados ayunos, el sacerdote era temido y reverenciado por el pueblo; era el mediador entre los hombres y sus dioses, quien realizaba las ofrendas y rogativas y quien curaba los males del cuerpo con sus rezos y la ayuda de plantas mágicas.
El futuro Zipa fue despojado de las ropas y su cuerpo untado con trementina, sustancia pegajosa, para que se fijara el oro en polvo con que lo recubrían constantemente.
No se escuchaba un solo sonido; era tal la solemnidad del momento, que sólo se oía el croar de las ranas, animales sagrados para ellos, los gorjeos de los pájaros y el veloz correr de los venados.
El ungido parecía una estatua de oro: su espléndido cuerpo cuidadosamente cubierto con el noble metal, despedía reflejos al ser tocado por los rayos del sol. Cuando hubo terminado el recubrimiento, subió con los principales de la corte sobre una gran balsa oval, hecha íntegramente en oro por los orfebres de Guatavita.
La balsa se deslizó suavemente hacia el centro de la laguna. Fue allí cuando, después de invocar a la diosa de las aguas y a los dioses protectores, el heredero se zambulló en las profundidades; pasaron unos segundos en los que solamente se veían los círculos del agua donde se había hundido; todo el pueblo contuvo la respiración, el tiempo pareció detenerse; por fin, emergió triunfal y solemne el nuevo monarca; el baño ritual lo consagraba como cacique.
Gritos de júbilo y cantos acompañaron su aparición y uno a uno, los súbditos arrojaron sus ofrendas a la laguna: figuras de oro, pulseras, coronas, collares, alfileres, pectorales, vasijas huecas con formas humanas, llenas de esmeraldas; cántaros y jarras de barro. El cacique, a su vez, junto con su séquito, realizó abundantes ofrecimientos de los mismos materiales, pero en mayor cantidad.
La balsa retornó a la orilla en medio del clamor general. Tenían ahora un nuevo cacique, quien debería gobernar según las sabias normas del legendario antecesor y legislador Nemequene, basadas en el amor y la destreza en el trabajo y las artesanías, en el valor y el honor durante la guerra; en la honradez, la justicia y la disciplina.
Se iniciaron competencias de juegos y carreras; el ganador era premiado con hermosas mantas. Se cantó y se bailó durante tres días seguidos, que eran los consagrados a la celebración. Los sones de los tambores y pitos retumbaban en las montañas y centenares de indígenas seguían el ritmo en danzas tranquilas y acompasadas, o frenéticas y alocadas.
Pasados los días de los festejos, de la bebida y de la comida abundante, retornó el pueblo a sus actividades cotidianas: los agricultores a continuar vigilando y cuidando sus labranzas; los artesanos del oro, a las labores de orfebrería; los alfareros, a la confección de ollas y vasijas, después de buscar el barro adecuado en vetas especiales; otros a la explotación de las minas de sal y de esmeraldas; y la mayoría al comercio, pues era ésta su actividad principal. Las mujeres al cuidado de los hijos, a recoger la cosecha, a cocinar, a hilar y a tejer.
Así, en este orden y placidez transcurrirían los días, hasta que una guerra, una enfermedad o la vejez, los privara de su monarca y fuera necesario realizar de nuevo la ceremonia del Dorado para ungir un nuevo cacique. Este debería continuar gobernando con prudencia y sabiduría al pueblo y su fértil y verde país, rodeado de hermosa vegetación y de cristalinas corrientes de agua.

VOCABULARIO
Bacatá: Bogotá.
Chisacá: Flor amarilla de los potreros.
Digital: Planta de flores purpúreas, que tienen forma de dedal.
Guatavita: Población de Colombia. Cundinamarca.
Muisca: Pueblo indio, de la familia lingüística chibcha, que habitaba en Colombia, en las altiplanicies de la Cordillera Oriental (Boyacá, Cundinamarca y un extremo de Santander). Cuando llegaron los españoles a estas tierras, formaba varios estados independientes y dos caciques se disputaban la hegemonía: el Zipa de Bacatá (Bogotá) y el Zaque de Hunsa (Tunja). Los Muiscas, cuya cultura tenía mucha afinidad con la incaica, se dedicaban a la agricultura, eran notables alfareros y fabricaban gran variedad de joyas y curiosas figuras de oro y cobre, hechas en láminas de metal. Su culto consistía en la adoración de los astros, de Bochica, su héroe civilizador y en la veneración de sus antepasados. Fueron fácilmente dominados por los españoles y sus descendientes son, en su mayoría, agricultores.
Pectoral: Adorno suspendido o fijado en el pecho.
Sietecueros: Planta melastomácea americana.
Zipa: Nombre de los caciques muiscas de Bogotá.

*      


Leyenda de la Princesa de Guatavita
“Mucho tiempo antes de que los conquistadores llegaran al país de los Muiscas, los habitantes de la región de Guatavita, al oriente de la sábana de Bogotá, adoraban a una antigua princesa que, en las noches de luna llena, emergía del fondo de la laguna y se paseaba sobre las aguas en medio de la espesa neblina. He aquí su historia.
Un gran cacique de los Guatavitas, de la misma dinastía que daría origen al zipasgo y al imperio de los muiscas, estaba casado con la más bella de entre los suyos, una noble princesa a quien todos sus súbditos amaban, y su hogar había sido bendecido con el nacimiento de una bella niña que era la adoración de su padre.
Pasado algún tiempo el cacique comenzó a alejarse de la princesa: sus muchas ocupaciones en los asuntos del gobierno como también otras mujeres, lo mantenían lejos del calor de su hogar. La princesa soportó algunos meses, como correspondía, a una mujer de su rango, las ausencias prolongadas y las continuas infidelidades de su esposo, pero un día pudieron más la soledad y la tristeza que las rígidas normas sociales, y se enamoró de uno de los más nobles y apuestos guerreros de la tribu. Para su dicha y fortuna fue enteramente correspondida.
Los enamorados no pudieron verse tan pronto como hubieran querido, pues el gran cacique estaba por esos días entre los suyos. Pero cierta noche tras una de las acostumbradas orgías del mandatario la pareja pudo consumar sus amores, mientras el pueblo dormía. Sospechando algo, el cacique encomendó a una vieja la tarea de vigilar a la princesa. Una noche cualquiera, la anciana descubrió lo que ocurría y le llevó la noticia al jefe.
Al día siguiente, el cacique organizó un gran festín en honor de su esposa. A la princesa le fue servido un sabroso corazón de venado. Apenas ella acabó de comerse el delicado plato, el pueblo- con el cacique a la cabeza- estalló en una horrible carcajada, que la hizo comprender la verdad; su amante había sido asesinado, y la habían dado a comer su corazón.
Desesperada decidió huir del lado de su marido. Algunos días después de la tragedia, tomó a su pequeña y partió hacía Guatavita. Al llegar, casi a la medianoche, se detuvo un momento en la orilla para contemplar la laguna, de la que se levantaba una espesa neblina; luego miró amorosamente a la niña y se lanzó con ella a las aguas.
Al enterarse de la noticia, el cacique corrió hacía la laguna y llamó a su mujer varias veces, sin obtener más respuesta que el silencio de la noche. Entonces ordenó a sus moanes- sacerdotes- que la buscaran. Los mohanes hicieron conjuros y ritos a orillas de la laguna, y uno de ellos descendió a las profundidades, para averiguar qué había sido de la princesa y de su hija. Al poco rato regresó con el cadáver de la niña y contó que la princesa estaba viva y feliz en el reino de las aguas. Desde entonces, en las noches de luna menguante aparecía la princesa en medio de la espesa neblina, para escuchar los ruegos de su pueblo, y la laguna se convirtió en un lugar sagrado, donde se realizaba la ceremonia que dio origen a la leyenda de El dorado.”
Leyenda: La princesa de Guatavita, tomada de Mitos y leyendas de colombia tradición oral indígena y campesina.

*   


   "La azucena del bosque"
Hace muchos, muchos años, había una región de la tierra donde el hombre aún no había llegado.Cierta vez pasó por allí I-Yará (dueño de las aguas) uno de los principales ayudantes de Tupá (dios bueno). Se sorprendió mucho al ver despoblado un lugar tan hermoso, y decidió llevar a Tupá un trozo de tierra de ese lugar. Con ella, amasándola y dándole forma humana, el dios bueno creó dos hombres destinados a poblar la región.
Como uno fuera blanco, lo llamó Morotí, y al otro Pitá, pues era de color rojizo.
Estos hombres necesitaban esposas para formar sus familias, y Tupá encargó a I-Yará que amasase dos mujeres.
Así lo hizo el Dueño de las aguas y al poco tiempo, felices y contentas, vivían las dos parejas en el bosque, gozando de las bellezas del lugar, alimentándose de raíces y de frutas y dando hijos que aumentaban la población de ese sitio, amándose todos y ayudándose unos a otros.
En esta forma hubieran continuado siempre, si un hecho casual no hubiese cambiado su modo de vivir.
Un día que se encontraba Pitá cortando frutos de tacú (algarrobo) apareció junto a una roca un animal que parecía querer atacarlo. Para defenderse, Pitá tomó una gran piedra y se la arrojó con fuerza, pero en lugar de alcanzarlo, la piedra dio contra la roca, y al chocar saltaron algunas chispas.
Este era un fenómeno desconocido hasta entonces y Pitá, al notar el hermoso efecto producido por el choque de las dos piedras volvió a repetir una y muchas veces la operación, hasta convencerse de que siempre se producían las mismas vistosas luces. En esta forma descubrió el fuego.
Cierta vez, Moroti para defenderse, tuvo que dar muerte a un pecarí (cerdo salvaje - jabalí) y como no acostumbraban comer carne, no supo qué hacer con él.
Al ver que Pitá había encendido un hermoso fuego, se le ocurrió arrojar en él al animal muerto. Al rato se desprendió de la carne un olor que a Morotí le pareció apetitoso, y la probó. No se había equivocado: el gusto era tan agradable como el olor. La dio a probar a Pitá, a las mujeres de ambos, y a todos les resultó muy sabrosa.
Desde ese día desdeñaron las raíces y las frutas a las qué habían sido tan afectos hasta entonces, y se dedicaron a cazar animales para comer.
La fuerza y la destreza de algunos de ellos, los obligaron a aguzar su inteligencia y se ingeniaron en la construcción de armas que les sirvieron para vencer a esos animales y para defenderse de los ataques de los otros. En esa forma inventaron el arco, la flecha y la lanza. Entre las dos familias nació una rivalidad que nadie hubiera creído posible hasta entonces: la cantidad de animales cazados, la mayor destreza demostrada en el manejo de las armas, la mejor puntería... todo fue motivo de envidia y discusión entre los hermanos.
Tan grande fue el rencor, tanto el odio que llegaron a sentir unos contra otros, que decidieron separarse, y Morotí, con su familia, se alejó del hermoso lugar donde vivieran unidos los hermanos, hasta que la codicia, mala consejera, se encargó de separarlos. Y eligió para vivir el otro extremo del bosque, donde ni siquiera llegaran noticias de Pitá y de su familia.
Tupá decidió entonces castigarlos. El los había creado hermanos para que, como tales, vivieran amándose y gozando de tranquilidad y bienestar; pero ellos no habían sabido corresponder a favor tan grande y debían sufrir las consecuencias.
El castigo serviría de ejemplo para todos los que en adelante olvidaran que Tupá los había puesto en el mundo para vivir en paz y para amarse los unos a los otros.
El día siguiente al de la separación amaneció tormentoso. Nubes negras se recortaban entre los árboles y el trueno hacía estremecer de rato en rato con su sordo rezongo. Los relámpagos cruzaban el cielo como víboras de fuego. Llovió copiosamente durante varios días. Todos vieron en esto un mal presagio.
Después de tres días vividos en continuo espanto, la tormenta pasó.
Cuando hubo aclarado, vieron bajar de un tacú (algarrobo) del bosque, un enano de enorme cabeza y larga barba blanca.
Era I-Yará que había tomado esa forma para cumplir un mandato d e Tupá.
Llamó a todas las tribus de las cercanías y las reunió en un claro del bosque. Allí les habló de esta manera:
Tupá, nuestro creador y amo, me envía. La cólera se ha apoderado de él al conocer la ingratitud de vosotros, hombres. Él los creó hermanos para que la paz y el amor guiaran vuestras vidas... pero la codicia pudo más que vuestros buenos sentimientos y os dejasteis llevar por la intriga y la envidia. Tupá me manda para que hagáis la paz entre vosotros: iPitá! iMoroti! ¡Abrazaos, Tupá lo manda!
Arrepentidos y avergonzados, los dos hermanos se confundieron en un abrazo, y tos que presenciaban la escena vieron que, poco a poco, iban perdiendo sus formas humanas y cada vez más unidos, se convertían en un tallo que crecía y crecía ...
Este tallo se convirtió en una planta que dio hermosas azucenas moradas. A medida que el tiempo transcurría, las flores iban perdiendo su color, aclarándose hasta llegar a ser blancas por completo. Eran Pitá (rojo) y Morotí (blanco) que, convertidos en flores, simbolizaban la unión y la paz entre los hermanos.
Ese arbusto, creado por Tupá para recordar a los hombres que deben vivir unidos por el amor fraternal, es la "AZUCENA DEL BOSQUE".
Recopiladoras de "Petaquita de Leyendas" , Ed. Peuser.
Azucena Carranza y Leonor Lorda Perellón.



LEYENDAS DEL PUEBLO MAPUCHE



*      Leyenda de la flor Mutisia
Hace mucho tiempo, en la zona del volcán Lanín, existían dos tribus enemigas irreconciliables que guerreaban a menudo y se guardaban mucho rencor.
 Un día, el joven hijo del Cacique de una de las tribus y la hija del Cacique de la otra se enamoraron locamente. Pero dado el intenso odio que existía entre las familias, no podían tratarse a menudo y verse abiertamente.
Una oscura noche, la machi (hechicera), vigilaba junto al rahue (altar) mientras se realizaba el Nguillatún. De repente rompió el silencio el graznido del pun triuque (chimango de la noche). La machi se estremeció, pues sabía que ese era un grito de mal presagio.
 Miró a su alrededor y escuchó un ruido sospechoso. Observando atentamente, vió a la querida hija del cacique que escapaba sigilosamente con el hijo del cacique enemigo. En ese momento la machi se dio cuenta que ese era el peligroso suceso anunciado por el pájaro agorero.
La machi creía que esa acción merecía ser castigada, pero antes de comunicar al padre la fuga de su hija, consultó con el pillán o deidad de su devoción: – ¿Debo o no dar parte de rapto al padre de la niña ?
 Sí contestó el Pillán.
 La machi corrió al toldo del cacique y delató la fuga. Enseguida se escuchó por segunda vez el alarmante grito del pun triuque.
 El padre, muy enojado, ordenó la persecución y captura de los enamorados que pronto fueron apresados, juzgados y condenados a muerte.
Ambos jóvenes fueron atados a un poste y con lanzas y machetes todos se arrebataron contra ellos dándoles la más cruel de las muertes.
 A la mañana siguiente, los ejecutores de este bárbaro crimen, quedaron asombrados al ver que en el lugar del suplicio de los jóvenes enamorados, habían nacido unas flores de pétalos anaranjados nunca vistas.
¡Quiñilhue! – gritaron los primeros que la vieron, y con ese nombre, “quiñilhue” se conoce la flor que produce una enredadera que se abraza y trepa por los árboles, como se abrazan los jóvenes enamorados.
Avergonzados y arrepentidos, los mapuches empezaron a venerar esa flor llamada Mutisia por los blancos. Las almas de los jóvenes amparados por la Futa Chao en el país del cielo, se amaron por siempre mientras esa delicada flor de pétalos rojos nos recuerda el martirio de los jóvenes dado por los hombres injustos.
Mutisia: Flor provincial. Hermosa enredadera de hojas siempre verdes con forma de lanza y grandes flores circulares.

*      


El imperio de los incas
Cuenta la leyenda...
 Cierta vez, en una isla del lago Titicaca, apareció una pareja divina hijos del Sol, a quienes éste les confió la misión de enseñar a los hombres  principios de civilización,  verdad y justicia.
Para ello les entregó una vara de oro, mandándoles que se estableciesen allí donde la vara desapareciera al hundirla en el suelo.
Partieron pues Manco Capac y Mama Ocllo en busca de su tierra  prometida, golpeando el suelo cada día con la vara mágica. Se detuvieron un poco Pacaritampu y al fin llegaron junto a la colina de Huanacuari, donde en el primer golpe en el suelo la vara de oro desapareció.
Entonces la divina pareja se estableció allí ; enseñaron a las gentes del lugar a cultivar la tierra, a tejer la fibra y a construir casas ;  las leyes, la guerra y el culto del Sol.
Fundaron, en fin, la ciudad de Cuzco, en cuyo dominio sobre los pueblos vecinos se cimentó el imperio de los incas.

*    


  Kòoch el   creador de  la  patagonia
 Según dicen los tehuelches, hace muchísimo tiempo no había tierra, ni mar, ni sol.....
Solamente existía la densa y húmeda oscuridad de las tinieblas. Y en medio de ella vivía, eterno Kòoch.
Nadie sabe por que, un día Kòoch, que siempre había estado bastado a si mismo, se sintió muy solo y se puso a llorar. Lloro tantas lagrimas, durante tanto tiempo, que contarlos seria imposible. Y con su llanto se formo el mar, el inmenso océano donde la vista se pierde.
Cuando Kòoch se dio cuenta de que el agua crecía y  que estaba a punto de cubrirlo todo, dejo de llorar y suspiro. Y ese suspiro tan hondo fue el primer viento, que empezó a soplar constantemente, abriendose paso entre la niebla y agitando el mar.
Algunos dicen que fue así, por los empujones del viento, que la niebla se disipo y apareció la luz, pero otros opinan que fue Kòoch el inventor de la claridad. Cuentan que, en medio del agua y envuelto en la oscuridad, deseo contemplar el extraño mundo que la rodeaba. Se alejo un poco a través del negro espacio y, como no podía ver con nitidez, levanto el brazo y con su gesto hizo un enorme tajo en las tinieblas. Dicen también que el giro de su mano origino una chispa, y  que esa chispa se convirtió en el sol.
Xàleshen, como llamaban los tehuelches al gran astro, se levanto sobre el mar e ilumino ese paisaje magnifico: la inmensa superficie ondulada por el viento, cuyo soplo retorcía cada ola hasta verla deshacerse bajo su tocado de espuma.
El sol formo las nubes, que de allí en mas se pusieron a vagar, incansables, por el cielo matizando el agua con su sombra, pintándola con grandes manchones oscuros. Y el viento las empujaba a su gusto, a veces suavemente y a veces en forma tan violenta que las hacia chocar entre si. Entonces las nubes se quejaban con truenos retumbantes y amenazaban con el brillo castigador de los relámpagos.
Luego Kòoch se dedico a su obra maestra. Primero hizo surgir del agua una isla muy grande, y luego dispuso allí los animales, los pájaros, los insectos y los peces. Y el viento, el sol y las nubes encontraron tan hermosa la obra  de Kòoch que se pusieron de acuerdo para hacerla perdurar: el sol iluminaba y calentaba la tierra, las nubes dejaban caer la lluvia bienhechora, el viento se moderaba para dejar crecer los pastos... la vida era dulce en la pacífica isla de Kòoch. Entonces el creador, satisfecho, se alejo cruzando el mar. A su paso hizo surgir otra tierra cercana y se marcho rumbo al horizonte, de donde nunca mas volvió.
Y así hubieran seguido las cosas en la isla de no ser por el nacimiento de los gigantes, los hijos de Tons, la Oscuridad. Un día, uno de ellos, llamado Nòshtex, rapto a la nube Teo y la encerró en su caverna.
Sus hermanas buscaron a la desaparecida a lo largo y a lo ancho del cielo, pero nadie la había visto. Entonces, furiosas, provocaron una gran tormenta. El agua corrió sin parar, desde lo alto de las montañas, arrastrándolas rocas, inundando las cuevas de los animalitos, destruyendo los nidos, arrasando la tierra en una inmensa protesta... Después de tres días y tres noches Xàleshen quiso saber el motivo de tanto enojo y apareció entre las nubes. Enterado de lo sucedido, esa tarde, al retirarse detrás de la línea donde se junta el cielo con el mar, le contó a Kòoch las novedades, y Kòoch le contesto:
 -Te prometo que, quien quiera que haya raptado a Teo,  será castigado. Si ella espera un hijo, ese será mas poderoso que su padre.
A la mañana siguiente, apenas asomado el sol comunico la profecía a las nubes agolpadas en el horizonte y estas, enseguida, se lo contaron a Xòchem, el viento que corrió hacia la isla y difundió la noticia aquí y allá, anunciándola a quien quisiera oírla. Y el chingolo se lo contó al guanaco, el guanaco al ñandú, el ñandú a zorrino,  el zorrino a la liebre, al armadillo, al puma... Después Xòchem soplo el mensaje en las puertas de las cavernas de los gigantes, para  que  no quedara nadie sin enterarse.
Así escucho Nòshtex las palabras de Kòoch, y tubo miedo de su pequeño enemigo, que ya vivía en el vientre de Teo. Voy a matarlos, pensó, voy a matarlos y a comérmelos a los dos. Golpeo salvajemente a Teo mientras dormía, arranco al niño de sus entrañas y, sin mirar a su hijo abandonado en el suelo de la caverna, la despedazo.
Pero alguien mas, adentro de la cueva, había escuchado a Xòchem. Era Terr-Werr, una tuco-tuco que vivía en su casa subterránea excavada en el fondo de la gruta. Dicen que fue ella la que salvo al bebe, la que, sigilosamente, en el mismo momento en que el monstruo levantaba a su hijo para devorarlo, le mordió el dedo del pie con todas sus fuerzas, la que escondió al niño debajo de la tierra  antes de que el gigante pudiera reaccionar...
Sin embargo, el refugio era demasiado precario. Nòshtex cruzaba la caverna haciéndola temblar con sus pasos de gigante, recorría la isla buscando al cachorrito que apenas había visto, a ese hijo que en cuanto creciera iba a traicionarlo.
Entonces Terr-Werr pidió ayuda al resto de los animales: ¿ Dónde esconder al bebe?,         ¿ Cómo ponerlo a salvo del gigante?
Cuentan que todos los animales hicieron una asamblea para discutir el asunto. Que Kìuz, el chorlo, era el único conocedor de la otra tierra que, mas allá del mar, había creado Kòoch  antes de recluirse en el horizonte, y que propuso enviar allí al niñito.  Así comenzaron los preparativos para  la fuga secreta.
Una madrugada, cuando el hijo de Teo y el gigante estuvo listo para  partir, Terr-Werr lo llevo hasta las inmediaciones de una laguna y lo escondió entre los juncos. Desde allí llamo a Kìken, el  chingolo, para  que a su vez le transmitiera el mensaje: Todos los animales fueron convocados para escoltar al niño.
Algunos, como el puma, se negaron. Otros, como el ñandú y el flamenco, llegaron demasiado tarde. El zorrino iba tan contento al encuentro de la criatura que, interceptado por el gigante, no supo guardar el secreto. Así enterado, Nòshtex se dirigió a grandes pasos hacia la laguna, pero el pecho-colorado, instruido por Terr-Werr, lo distrajo con su canto. Por eso no llego a tiempo para ver como el cisne se acerco al niño nadando majestuosamente  y lo coloco sobre su lomo, ni como carreteó luego para levantar vuelo. Solo alcanzo a distinguir en el cielo un pájaro blanco que, con su largo cuello estirado y las alas desplegadas, volaba delicadamente hacia el oeste. Así, en su colchoncito de plumas, se alejaba el protegido de Kòoch hacia la tierra salvadora de la Patagonia.
FUENTE: Leyendas de la Patagonia, Editorial Planeta





HISTORIA

Julia mercedes Castilla, nació en Colombia. Es graduada en literatura y ha publicado varios cuentos y artículos en distintas revistas y periódicos de Colombia y los Estados Unidos.
Resumen.
Joaquín y Armando, dos niños de la calle, se encontraron en la plaza. Los dos gamines caminaban en por la plaza central hasta encontrar algo bueno. En el camino se apareció un doctor al que pidieron: ¡Centavito por favor!, No hemos comido ni un bocadillo señor. Dramatizando su historia triste. El señor saco de su chaqueta y dijo: -repártanse entre los dos.
Buen trabajo Joaquín, hacemos tres de estos y podremos almorzar. Ganaron treinta pesos entre sus historias. Tenían mucha hambre y fueron a una casa. Les atendió la sirvienta de la casa, muy grosera y les dio un absoluto: NO.
Caminaron llegaron a una casa, de la cual salió una linda niña, dándoles mucha comida. Ellos agradecieron y se marcharon muy felices. Siguieron su rumbo hasta un terreno, en el cual saborearon la comida que la dulce niña les había dado.
Al día siguiente fueron a trabajar limpiando y cuidando autos. Cuando les hubieran dado unos pesitos por su trabajo, ambos corrieron a una fonda a servirse un platillo. El mesero de la fonda los trato muy mal y los quiso echar. Ellos desistieron y por esto los hicieron comer en la cocina. Luego de esperar veinte minutos les trajeron la sopa y los gamines saborearon hasta él último bocado.
Más tarde hicieron unas pasadas a las personas de un restaurante, mas la mesera les ordeno salir y llamo al señor Rojas (el gerente). El señor Rojas les dio una buena paliza y Joaquín lo engaño y pudieron escapar. Al día siguiente fueron a dormir a un patio donde no llegaba la lluvia, ya que llovía mucho. Al despertar una pequeña niña los observaba con mucha tristeza y por ello los niños pidieron alimentos y trabajo a la niña. Su madre lo acepto. Los gamines se marcharon muy felices por la ayuda recibida, y así iniciaron el trabajo en la fabrica, acomodando las cajas y empacando. A la hora de almuerzo descansaron, ya que no tenían dinero. Al terminar de trabajar el tercer día, estaban muy cansados y pidieron que les dieran los pesos que les debían. Y nunca más volvieron a trabajar. Más tarde Joaquín y Armando tomaron un vaso de cerveza y fumaron un cigarrillo. Al salir del restaurante, a Armando lo atropellaron. Muy asustado Joaquín grito -¡Armando, Armando ¡, el señor bajo del auto y les dio unos pesos y les ordenó que llamaran a una ambulancia. Y dejo a Joaquín solo en la oscuridad de la noche, llega la ambulancia y llevaron a Joaquín Armando se quedó muy preocupado y caminaba hacia el hospital y en el transcurso del camino encontró a un hombre herido al cual lo ayudo con mucho cuidado llevándolo a su casa. Este hombre era realmente un poco extraño pues ordenó a Joaquín que lo ayudara a robar y a pertenecer a una banda, para vengarse supuestamente de la persona que lo atropello en el accidente. Pero Joaquín dijo que no más lo obligaron a robar yendo a una casa muy bonita, convenciendo a la empleada para que puedan entrar y así poder robar.
Joaquín ya quería escaparse pero lo vigilaban mucho. En las próximas casas el muchacho actuó profesionalmente, corrió rápidamente y escapo de sus malos amigos. El se sentí muy feliz de haber escapado. Después se dirigió al hospital para buscar a su amigo Armando. Pero al llegar nadie le hizo caso pues el muchacho herido no tenía apellido. Mas tarde se dirigió a un restaurante y el dueño llamo a la policía por haber cogido unos mojicones, lo capturaron y no lo dejaron salir.
Al amanecer de una mañana Joaquín salió de la cárcel y continuo la búsqueda de su gran amigo. Caminó por la plaza central a la noche y fue a dormir donde acostumbraba a hacerlo con su amigo Armando. Joaquín escucha una voz, era la voz de Armando que ese día fue a dormir allí también. Se fueron muy contentos.
A la mañana siguiente una señorita se les acerco y les dijo: vengan conmigo, yo les daré comida, amigos y una buena cama. Ellos no le tenían mucha confianza pero fueron. Los llevaron una casa muy grande donde habían muchos pequeños igual que ellos, se sintieron muy felices pero solamente permanecieron una semana allí. Se escaparon una noche y terminaron su vida en la calle. Pero siempre JUNTOS.
Personajes principales:
Joaquín: Un gamín que fue abandonado por sus padres. Mejor amigo de Armando.
Armando: Un gamín de la calle. Buen amigo de Joaquín
Personajes secundarios:
Aurelio: Señor que utilzó a Joaquín.
Señor Contreras: Dió trabajo a Joaquín y Armando.
Señor Cardoso: Tenía pocos amigos. Ladrón.
Meseras: Personas de poca tolerancia
Señor Rojas: dueño de un restaurante.
Señorita Doris: Secretaria que hablo con los muchachos sobre el trabajo.
Vocabulario:
Bregaba: Luchar, reñir.
Deambulaban: Andar o pasear sin objeto determinado.
Engulleron: Tragar la comida atropelladamente.
Hampa: Género de vida de los pícaros.
Nicho: Cualquier caridad en un muro para colocar cualquier cosa o un muerto.
Penumbra: Sombra débil entre la luz y la oscuridad.
Sarcasmo: Burla sangrienta.
Tugurio: Habitación pequeña y mezquina.
Exuberancia: Abundancia.
Ambiente Humano:
En este cuento se expresa un ambiente muy tierno, alegre, sencillo, cooperativo y con una paz interior muy grande, notándose la inocencia y la fraternidad. Dejándonos el alimento para siempre luchar por nuestros ideales.
Ambiente Geográfico:
La historia se desenvuelve en la calle, la cual en ocasiones es muy cruda, que permite llenarse de malestar y muchas dudas. La calle para los niños era su hogar su compañera y por supuesto su libertad.
Crítica general:
La obra refiere a la sencillez de un desafío para vivir en las calles teniendo siempre como prioridad la lucha y el seguir adelante siendo como es cada persona.
Mensaje:
El mensaje principal que nos deja la autora es que, debemos ayudar a todas las personas necesitadas, sin importar su raza o forma de pensar. Debemos ofrecer nuestro amor, cariño y amistad y solo de esta maneras podrán salir a delante, pero siempre llenos de una absoluta sencillez humildad como lo haría él mas sublime de los seres. Además se nos recomienda luchar con todo muestro empeño y ahínco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario